Informe Económico de la Construcción N° 91 – Julio 2025
La actividad constructora experimentó una subida de 6.0% en el mes de mayo del 2025, debido sobre todo al crecimiento del consumo de cemento (7.7%) y a que el avance de obra pública no tuvo la caída de 1.1% que estimaba CAPECO, sino más bien creció 1.8%. Para junio, se espera un resultado todavía mejor (8.0%), con lo que el sector podría terminar el primer semestre del presente año con un 4.7% de incremento. Este porcentaje está más cerca del 5.0% que proyectaron los empresarios de la construcción para el cierre del 2025 en la encuesta del IEC efectuada en junio, que de las estimaciones del BCRP (3.8%), del MEF (4.1%) y de las principales consultoras económicas privadas.
Las cifras de los diferentes componentes de la actividad constructora parecen respaldar esta visión moderadamente optimista. De acuerdo con cifras del MEF, la ejecución del presupuesto público de proyectos y obras aumentó algo más de 9% al cierre de junio; la inversión privada habría aumentado en alrededor de 8% durante el primer semestre de acuerdo con el Instituto Peruano de Economía – IPE; el número de créditos hipotecarios para vivienda desembolsados aumentó 19.9% entre junio 2024 y mayo 2025; la inversión minera subió 6.0% en los cinco primeros meses del presente año; y el empleo formal en la construcción de Lima Metropolitana se incrementó en 6.0% en el trimestre móvil abril-mayo-junio de 2025.
Solamente presentan resultados negativos las colocaciones de créditos financiados por el Fondo Mivivienda (que cayeron 4.9% entre junio 2024 y mayo 2025) y el subempleo de la construcción en Lima Metropolitana (disminución de 17.5% en trimestre móvil abril – mayo – junio), esto último estaría revelando una contracción en el segmento de la actividad edificadora informal, al menos en la capital de la República.
El segundo semestre aparece más complicado para la producción y la inversión, como lo refleja la reducción relativa de la confianza de los empresarios en la marcha de la economía en el corto plazo, de acuerdo con la más reciente medición de la encuesta de expectativas que efectúa regularmente el BCRP. Además, conforme se aproximen los principales hitos de la campaña electoral presidencial, las decisiones de inversionistas, empresarios y ciudadanos podrían orientarse hacia una conducta más conservadora. La magnitud de este cambio de tendencia dependerá, en gran medida, de cómo se vayan decantando las posibilidades de las diferentes candidaturas al Ejecutivo y al Congreso.
El entorno internacional, continúa siendo favorable para nuestro comercio exterior debido a los altos precios de metales y de los principales productos de agroexportación del Perú y, de otro lado, por la baja experimentada por las cotizaciones de los commodities que importamos, que han mejorado sensiblemente los términos de intercambio, lo que impacta positivamente en la balanza comercial y en el stock de las reservas de divisas.
Sólo la inminente puesta en marcha de la nueva política arancelaria de los Estados Unidos podría afectar negativamente estas perspectivas. Los primeros acuerdos alcanzados por el gobierno norteamericano con China, Japón, Reino Unido y la Unión Europea hacen pensar que las restricciones comerciales serían de magnitud y alcance menos drásticos a los presentados por el presidente Trump en abril pasado. Sin embargo, las tarifas específicas que se han anunciado para algunos productos – como el cobre, por ejemplo – podrían tener consecuencias desfavorables para nuestro comercio exterior y nuestro avance económico.
En buena cuenta, la producción, la construcción y la inversión (tanto pública como privada) crecerán este año. Las proyecciones para el 2026 sugieren que habrá un incremento más moderado de la economía. Abona este relativo optimismo el que una parte sustantiva de este crecimiento se concentre en grandes proyectos de infraestructura en ejecución o ya adjudicados (como la línea 2 de Metro, la planta de fosfatos de Bayóvar, el Anillo Vial Periférico, el ferrocarril Huancayo – Huancavelica, el terminal de San Juan de Marcona, entre otros), o en reposiciones de proyectos mineros (Antamina, Raura, San Rafael, Tantahuatay o Colquijirca). También el hecho de que el mercado inmobiliario residencial mantiene un significativo dinamismo, debido a una oferta suficiente, tasas de interés estables y recursos disponibles para el otorgamiento de subsidios y créditos.
Sin embargo, las tasas de crecimiento alcanzadas en nuestro país desde el 2015 en adelante (coincidentemente, cuando se agudiza la crisis política) no son suficientes para reducir la pobreza, el empleo informal, las condiciones habitacionales precarias, las brechas de la salud y la educación, entre otros desafíos sociales. Tampoco los son para ganar competitividad y eficiencia en nuestro aparato productivo. Es necesario fortalecer la institucionalidad democrática, generar confianza para invertir y emprender una drástica reforma del Estado. Temas que han sido tratados in extenso por CAPECO y cuyo debate debe ser de especial interés ahora que empieza la campaña electoral presidencial.
Afortunadamente, han confluido en este tiempo un número significativo de megaproyectos de infraestructura (US$ 45,000 millones en APPs y proyectos en activos además de US$ 13,000 millones para invertir en Obras por Impuestos), una importante cartera de inversiones mineras (que bordea los US$ 64,000 millones) y una oferta inmobiliaria diversificada, que entre el 2014 y lo que va del 2025 ha facilitado la colocación de US$ 42,000 millones en créditos hipotecarios para vivienda. Esta debería ser la base sobre la cual podría asentarse el camino del Perú hacia su desarrollo sostenible.