Informe Económico de la Construcción N° 91 – Julio 2025
A propósito de la discusión surgida por el proyectado tren urbano Lima – Chosica impulsado por el Alcalde de Lima Metropolitana, es necesario conocer las implicancias de la infraestructura de transporte en el acondicionamiento y el desarrollo territorial. Un medio de transporte no solamente une dos puntos geográficos, sino que crea condiciones especiales en una porción del territorio para atender necesidades habitacionales, productivas, recreativas o de servicios. Su propósito central es fortalecer las capacidades de ese espacio territorial para generar riqueza y bienestar para quienes viven, trabajan o invierten allí.
Desde hace mucho tiempo, CAPECO ha sostenido que un país necesita una sociedad emprendedora, centros urbanos que promuevan actividades económicas para solventar una vida digna a sus ciudadanos y un territorio orientado a la producción, debidamente articulado y acondicionado.
En esa perspectiva, un proyecto como el tren urbano Lima – Chosica constituye un componente estratégico dentro de un sistema integrado de transporte público para la Capital de la República y las áreas conurbadas de las provincias de El Callao, Huaral, Canta, Huarochirí y Cañete. Indudablemente, la adquisición de locomotoras y vagones a muy bajo precio ha hecho viable un servicio que, de otra manera, difícilmente se habría podido concretar. Pero es indispensable implementarlo siguiendo una rigurosa planificación técnica que asegure la operatividad del servicio con estándares adecuados de frecuencia, seguridad, eficiencia, transparencia y costo. Una ejecución fragmentada o desvinculada de una visión general podría derivar en dificultades operativas y obstaculizar la obtención de los recursos necesarios para su sostenibilidad financiera.
En ese contexto, resulta conveniente otorgar la concesión del servicio de transporte mediante un proceso de selección público y competitivo, que tendrá que considerar las necesidades de inversión para atender la máxima demanda posible a precios razonables, lo que implicará casi con seguridad un subsidio estatal. También es necesaria la construcción de una segunda ferrovía, la adecuación de estaciones, la construcción de pasos a desnivel para cruces y de barreras de seguridad, entre otros elementos. Hay que tener en cuenta que el servicio que debe ofrecer un tren urbano de pasajeros es muy distinto al que realiza un tren regional orientado casi completamente al transporte de carga.
Pero, además, es indispensable que la Municipalidad Metropolitana ponga en marcha un Plan Urbano Específico para toda el área de influencia directa del tren (que se configura dentro de los 1,000 metros aledaños a cada lado de la vía), de manera de localizar equipamientos productivos, de servicios, recreacionales y habitacionales en esa área, beneficiando a ciudadanos, inversionistas, empresarios y también a los operadores del tren.
Desde la perspectiva de CAPECO, es crucial comprender que este proyecto ferroviario se inserta en un contexto particularmente dinámico para la infraestructura de la Capital, la región central y, en general, para todo el territorio nacional. Lima Metropolitana está próxima a contar con el servicio de una segunda línea de metro y se encuentran en proceso de pre-inversión las líneas 3 y 4. Paralelamente, se ha adjudicado el Anillo Vial Periférico, que conectará doce distritos capitalinos con el puerto del Callao, facilitando el transporte de carga. Se ha anunciado la próxima licitación de los trenes de cercanías Lima–Ica y Barranca–Lima (que adquiere mayor relevancia con la entrada en operación del mega puerto y las Zonas Económicas Especiales de Chancay). Estas infraestructuras viales se complementan con el futuro parque industrial de Ancón, configurando un triángulo estratégico entre Chancay, Callao y Ancón que podría convertirse en una zona de gran potencialidad económica.
Asimismo, también está en desarrollo la Nueva Carretera Central, que partirá desde Cieneguilla y no desde Ate, como ocurre en la actualidad, que se perfila como un eje clave para el desarrollo territorial desde Lima hasta La Oroya, generando nuevas oportunidades de urbanización y localización de actividades productivas.
Pero para que todas estas infraestructuras cumplan cabalmente sus objetivos y metas, es imprescindible que las municipalidades, con el apoyo del Ministerio de Vivienda, implementen los planes de desarrollo y las inversiones urbano-territoriales que sean requeridos para obtener el máximo beneficio de estas infraestructuras. Por primera vez en mucho tiempo, Lima Metropolitana y muchas partes del país tienen la posibilidad de reorganizar su crecimiento urbano, aplicando criterios de desarrollo urbano orientado al transporte.
En este mismo horizonte temporal, emerge una propuesta de alcance continental: la construcción de un tren bioceánico que una dos puertos brasileños del Atlántico con los puertos peruanos de Bayóvar, Chancay y Marcona en el Pacífico. Esta iniciativa, liderada por China con la participación de Brasil, representaría una inversión de aproximadamente 10 mil millones de dólares solo en territorio peruano, y hasta 100 mil millones en toda su extensión. El Perú no puede ser ajeno a un megaproyecto de esta trascendencia, ya que atravesará parte importante de nuestro territorio y podría convertirse en un hito sin precedentes para el acondicionamiento territorial del país.
Proyectos como la Nueva Carretera Central o la Carretera Longitudinal de la Sierra – actualmente en ejecución – adquieren una dimensión distinta con este Tren Bioceánico, que cruzaría selva, ceja de selva, sierra y costa, impactando extensas zonas y modificando significativamente el carácter y las potencialidades de los territorios por donde pase. De ejecutarse, este tren conectaría al Perú no solo con Asia a través del Pacífico, sino también con la costa este de Estados Unidos y Europa a través de Brasil.
Frente a todo ello, el país tiene tres desafíos clave: participar activamente en el diseño y ejecución del proyecto; planificar anticipadamente los territorios que serán atravesados por esta gran infraestructura; y garantizar que su implementación no afecte la soberanía ni limite las capacidades de desarrollo del país. No preparar institucionalmente al país —con innovación, integridad y capacidad técnica— podría convertir esta circunstancia única en otra más que nuestro país desaprovecha, como ocurrió con el guano, el salitre, la caña de azúcar, el algodón, la harina de pescado y la minería.
Queda claro que el Perú se encuentra frente una coyuntura crítica. La convergencia de varios megaproyectos de infraestructura de transporte, combinada con la posibilidad de reorganizar el territorio y articular nuevas dinámicas urbanas, ofrece una oportunidad única para reconfigurar su estrategia de desarrollo. Pero para que esta transformación se concrete, es necesario planificar con visión de largo plazo, articulando políticas de transporte, vivienda, desarrollo productivo y ordenamiento territorial, bajo una lógica integral, innovadora y sostenida. Solo así, proyectos como el tren Lima–Chosica, las líneas del Metro o el tren bioceánico podrán contribuir a un nuevo modelo de crecimiento, más equilibrado, competitivo y sostenible.